Adam Osborne nació en Tailandia el 6 de marzo de 1939. Hijo de Arthur y Lucia Osborne, británicos que pasaron la mayoría de su vida en la India, se graduó como ingeniero químico en 1961 por la Universidad de Birmingham, Inglaterra, para continuar con su doctorado en la Universidad de Delaware, Estados Unidos, época en la que aprendió a programar computadoras. En 1968, el año de la obtención de su doctorado, consiguió también la nacionalidad estadounidense. Fue entonces cuando se despidió de la ciencia de combinar átomos y moléculas para precipitarse en su propia y prometedora aventura.
Su primer trabajo fue en la empresa Shell Oil en California, donde desarrolló modelos matemáticos por computadora. Sin embargo, sus divergencias con sus jefes y su fuerte carácter lo condujeron al despido, por lo que Adam cayó en la cuenta de que algunos empleados fueron hechos para ser jefes de sí mismos. En 1972, Osborne funda Osborne and Associates, una empresa dedicada a la elaboración de manuales para las minicomputadoras de General Automation, que se convirtió en su principal cliente. Poco después recibiría el encargo de Intel para documentar el código de instrucciones del primer microprocesador, el Intel 4004.
Luego de que Osborne and Associates desapareciera en 1974 debido a un cambio de dirección en General Automation, en 1975 funda Osborne Books, editorial dedicada a la publicación de libros técnicos. Su primer libro, «An Introduction to Microcomputers» (1975), fue un volumen de referencia con ventas que alcanzaron los 300.000 ejemplares. Para 1977, Osborne Books había publicado más de 40 libros. Dos años después, fue adquirida por McGraw-Hill. Con el dinero obtenido por la venta de Osborne Books, Adam funda en 1980 la muy prometedora Osborne Computer Corporation.
1981 se convertiría en el año de lanzamiento de la Osborne 1, la primera computadora portátil en ser comercializada. Lee Felsenstein, uno de los miembros originales del Homebrew Computer Club, fue convocado por Adam Osborne para diseñar lo que él llamó «una máquina para las masas». El objetivo era que la informática se acercara a sus noveles usuarios y la Osborne 1 tendía un puente que hacía más estrechas las distancias entre los bytes y las neuronas. Para su diseño, Lee se inspiró en el prototipo NoteTaker que Xerox había desarrollado en 1976. Las ventas de la Osborne 1 alcanzaron rápidamente las 10.000 unidades mensuales, lo que supuso un desafío para la capacidad de producción de la recién creada empresa.
La Osborne 1 pesaba 11 kilogramos y tenía dos unidades de diskette de 5,25″, con 184 Kb de capacidad cada una. Entregaba a sus usuarios cómodas facilidades a pagar, en una cuota de 1795 dólares, la mitad de lo que costaban otras máquinas de similares prestaciones. Además de traer el sistema operativo CP/M 2.2, brindaba un paquete de software creado por Microsoft compuesto por un procesador de texto (Wordstar), una hoja de cálculo (SuperCalc), un programa para correos electrónicos (MailMerge) y una base de datos (dBase II). Utilizaba un microprocesador Zilog Z80 y tenía 64 Kb de memoria RAM.
La vida informática se había allanado para todo aquel que, sin constituirse en un aficionado de las computadoras, se sintiera atraído a experimentar con ellas. Adam, por su parte, se vio compelido a hacer de la experiencia un factor de riesgo. Inspirado por el éxito inicial, anunció sus futuros productos: la Osborne Executive y la Osborne Vixen. Cuenta el mito que las palabras de Osborne sentenciaron el fin de sus días como dueño de la Osborne Computer Corporation. Se dice que el público, ansioso por adquirir las computadoras que aún no existían, dejaron de lado la compra de la Osborne 1, lo que produjo el descalabro en ventas de la compañía.
Las visiones de futuro hicieron añicos la bola de cristal y los fragmentos de ventas de la Osborne 1 no alcanzaron para salvarla de una estrepitosa caída. Ese suceso, la relación causa-efecto a partir del anuncio, sirvió para bautizar este tipo de acontecimiento de mercado como el «Efecto Osborne». Aunque en realidad la verdad era otra, el responsable continuaba siendo exactamente el mismo.
Narra la historia que la demanda del público estableció que los niveles de calidad del producto bajaran, dado que había que maximizar la producción a expensas de los costos de fabricación. Materiales más baratos se tornaban también más deficientes y la competencia no quería dar tregua ni ventajas a la Osborne. En esa época, Kaypro, una empresa dedicada también a las computadoras, había lanzado la Kaypro II, una portátil de menos precio y mejores prestaciones que la Osborne 1. El público se volcó, entonces, a la compra de la Kaypro II en desmedro de la portátil de Adam. El auténtico «Efecto Osborne» se conformaba en la incapacidad de Adam de manejar decisiones que, a veces, se le volvían veloz y certeramente en contra.
La suma de errores de gestión, problemas de calidad en la producción y la feroz competencia llevaron a la empresa a la quiebra en 1983. Un año después, en 1984, Osborne intenta sin éxito relanzar la compañía sacando al mercado la Osborne Vixen. Esquilmado por las inclemencias del hardware, Adam decidió albergarse en el software. Dio origen entonces a Paperback Software International, dedicada a la producción y venta de programas de ofimática a precios muy reducidos. Si bien la calidad de los productos era notable, Adam incurrió en un error que le costaría su continuidad en la empresa. El software VP-Planner, que no era otra cosa que una planilla de cálculo, clonaba a la clara triunfadora en ese mercado, la Lotus 1-2-3. Tras una demanda por plagio de Lotus, Paperback se vería afectada hasta el punto en que Osborne cerró la compañía en 1990. Más tarde, en 1992, fundó Noetics Software, compañía especializada en la aplicación de técnicas de redes neuronales. Al poco tiempo, Osborne abandonó la empresa debido a su delicado estado de salud y decidió regresar a la India, donde pasaría sus últimos días.
Adam Osborne falleció en marzo de 2003 a los 64 años. Quizás su muerte temprana le quitó al mundo la posibilidad de experimentar ideas inéditas de un hombre comprometido con los avances de la tecnología informática, pero no será capaz de eclipsar su leyenda.