Hugo Mazer, un ingeniero electromecánico con orientación en electrónica recibido en la UBA, ingresó a trabajar en IBM Argentina a comienzos de la década de los años 70’s. En ese entonces, IBM buscaba nacionalizar ciertos productos de la compañía para acceder a un régimen de importación temporario que le permitiera liberarse del pago de aranceles para la construcción de equipos en el país que fuesen destinados a la exportación. De esta manera, se fomentaba la industria orientada a mercados externos. Es así que IBM Argentina se encargó de fabricar la que tal vez fue la primera impresora de matriz de punto.
La impresora de matriz de punto era sumamente compleja: el cabezal se movía sobre un tornillo sin fin, que era propulsado por un motor de a pasos (stepper motor). IBM trabajaba con distintos proveedores en el país que debían fabricar una variedad de componentes bajo altísimos estándares de calidad, puesto que lo que se fabricase aquí debía funcionar a la perfección en cualquier equipo IBM del mundo. Por lo tanto, era necesario un proveedor que pudiera construir el tipo de motor que necesitaban para la impresora. Y quien logró cumplir con la licitación fue Czerweny Motores, una empresa nacional dedicada a la fabricación de equipamiento industrial y hogareño que se encontraba en constante crecimiento y expansión. El acuerdo con IBM potenció aún más a la empresa.
A mediados de los años 70’s comenzaba a surgir una revolución que pronto cambiaría el mundo para siempre. La irrupción de los microprocesadores y el abaratamiento de los chips traería consigo el surgimiento de las home computers. Pero antes de eso, Hugo Mazer y Oscar Crippa, compañero de trabajo en IBM Argentina y futuro socio comercial, dejaron IBM en 1975 y se fueron a trabajar a Czerweny, en donde comenzaron a fabricar las primeras calculadoras de mano del país. Unos pocos años más tarde, entre 1981 y 1982, el segmento de las computadoras hogareñas había comenzado su despliegue, y a Oscar se le prendió la lamparita: ¿porqué no hacer una computadora ellos mismos?
En dos entrevistas formidables, una de Guillermo Tomoyose para el diario La Nación en abril de 2016 y otra realizada por Sergio Rondán y Ezequiel Vila para el N°19 de la revista Replay en noviembre de 2019, Hugo Mazer cuenta cómo fue la historia de la CZ Spectrum, la Spectrum argentina:
«Con la computación vivíamos un concepto nuevo, aunque todavía no teníamos del todo claro cuáles serían sus prestaciones. De los primeros equipos que conocimos nos llamó la atención la línea Sinclair, de origen británico, con un diseño que ya nos había cautivado en la primera calculadora que fabricamos», cuenta Mazer. «Entusiasmado, Oscar decidió enviarle una carta de presentación a Sinclair para tratar de comenzar algún tipo de relación comercial». Pero era 1982 y el contexto geopolítico era sensible para la Argentina y el Reino Unido: no tenían relaciones diplomáticas debido a la Guerra de Malvinas. Pese a todo, Hugo logró contactarse con Sinclair.
Desde la empresa británica le pasaron el contacto de Alberto Canetti, el distribuidor para Latinoamérica y África. Así, se puso en marcha un intercambio de cartas hasta que finalmente acordaron reunirse en Bogotá, Colombia. Entre café y charla de negocios, Hugo le blanqueó a Canetti la realidad: querían fabricar máquinas de Sinclair en la planta de Czerweny, pero la mayor dificultad radicaba en la importación: debido a la rotura de las relaciones diplomáticas entre Argentina y Reino Unido, era imposible hacer negocios entre ambos estados.
Canetti le aseguró a Mazer que eso no sería un problema, y le propuso armar la operación con Timex, un icónico fabricante de relojes que tenía una gigantesca red de distribución en Estados Unidos y una planta de fabricación en Portugal, donde se fabricaban las Timex Sinclair, bajo licencia de Sinclair, para el mercado estadounidense. Como no necesitaban importar la máquina completa, Sinclair autorizó a Timex a que le vendiese a Czerweny los chips que no podía conseguir en el mercado local, sobre todo el ULA, que era propiedad de Sinclair.
Y así fue como Czerweny inició una pequeña revolución informática. Al no poder utilizar el nombre de Sinclair en sus productos, Czerweny registró la marca CZ para utilizarla en toda la línea de computadoras personales. En aquellos años, la línea de computadoras Sinclair ya se vendía en Chile, mientras que el mercado brasileño estaba abastecido con los modelos del fabricante local Microdigital.
«Después de esta primera etapa, con la infraestructura que ya contábamos en el país por la provisión de componentes para IBM Argentina, creamos Czerweny Electrónica y a su vez invertimos en la matricería y en los componentes necesarios para la CZ Spectrum. Reemplazamos cada parte importada por componentes de producción local, dentro de las posibilidades que nos ofrecía la tecnología disponible en el país. También, agregamos las modificaciones que el modelo original no tenía y que los usuarios argentinos exigían, como un conector para joystick, una salida para monitor y una tecla de reset para reiniciar la computadora», explica Mazer.
La planta que Czerweny Electrónica había montado en Gálvez, Santa Fe, para fabricar fuentes de alimentación para IBM Argentina pronto se fue poblando de chips, circuitos doble faz, teclados de goma y joysticks. Oscar Crippa se quedó a cargo de la planta y del desarrollo del hardware. Los circuitos impresos fueron hechos ahí y los plásticos en proveedores de inyección a los que les consignaron la matricería, mientras que el teclado de goma y el chip ULA se importaron a través de Portugal. Finalmente, el procesador Z80 fue traído al país a través del contacto con National Semiconductors. De esta manera, Czerweny logró hacer un clon argentino de Spectrum compatible con todo el software de Sinclair.
Hugo recuerda cómo hicieron para vender sus computadoras: «Canetti, que era un genio del marketing, nos orientó muchísimo al respecto. Porque queríamos vender un producto cuyo concepto era desconocido para la época y cuyo comprador todavía no existía. Para ésto, yo me mudé a Buenos Aires mientras que Oscar se quedó a cargo de la planta. Entonces, me dediqué a armar distintas charlas demostrativas como promoción en empresas, escuelas, institutos de formación, etc. Además, hicimos grandes publicidades a páginas completas en los diarios. Eso nos posicionó muchísimo como marca, sumado, como siempre, al nombre de Czerweny, que muchos ya conocían. De esta manera, la planta empezó a traccionarse y comenzamos a fabricar. En nuestros mejores meses logramos fabricar unas 4000 máquinas por mes. En los dos años que duró nuestra aventura, vendimos miles de equipos, aunque no sé exactamente la cifra. Viéndolo ahora parece una locura, pero era entendible, porque no sólo estábamos fundando un mercado en el cual luego competiríamos con Drean y Talent, sino que además nuestra computadora era la más barata de ese mercado».
Estando en Londres para cerrar tratos y precios con la gente de Sinclair, el 10 de junio de 1986, Hugo Mazer recibió la peor noticia de su vida: un incendio de grandes proporciones había arrasado con la planta de CZ. Luego de esa tragedia, se mudaron a un pequeño galpón en el puerto de Paraná, donde habitualmente depositaban el remanente de equipos que les quedaban, y después de vender una última tanda se terminó para siempre la aventura de la Spectrum argentina.
Czerweny Electrónica formó parte de una serie de empresas nacionales y extranjeras que fabricaron computadoras personales en la Argentina en la década de los 80’s, como Drean Commodore, Talent/Telemática y Texas Instruments, entre otras, y cuyos equipos formaron y son parte de la rica historia informática.
Muy interesante entrada. Me encantaría poder conseguir uno de esos modelos de micro ordenador… tienen muy buena pinta 👍🏻😃