Computadoras caseras en Colombia

Corría el año 1979 y estaba a punto de graduarme como bachiller en el Colegio Nacional San Simón de Ibagué. Nos hicieron unas pruebas vocacionales y me dijeron que tenía aptitudes múltiples y podría estudiar cualquier carrera universitaria. En pocas palabras, todo me gustaba, pero lo que realmente quería era ser piloto de aviación. Al ser una profesión muy costosa, estaba fuera de mi alcance por las limitaciones económicas. La otra posibilidad, que me gustaba mucho, era la Ingeniería de Sistemas, una carrera totalmente novedosa en la que veía muchas posibilidades. Finalmente, al no haber esa carrera en la única Universidad de Ibagué empecé a estudiar Medicina Veterinaria y Zootecnia, carrera de la que me gradué en 1985.

La inquietud por las computadoras estaba presente en mí, todavía eran algo que parecía fuera del alcance de la mayoría de la gente común, aún más para un joven profesional sin trabajo ni experiencia. Pero empezaron a aparecer en los medios (periódicos, revistas y televisión) las computadoras que podías llevar a tu casa y conectarlas a un TV. Computadoras caseras. Y eso me puso a soñar.

Aquí voy a hacer un resumen de lo que fue el comienzo de la masificación de la computación doméstica en Colombia, tema sobre el cual hay muy poca información. Lo poco que escribiré lo he descubierto recientemente en viejos periódicos, en Internet, los recuerdos que tengo de la época y las experiencias adquiridas con el hobby del coleccionismo retro que practico. Vale la pena mencionar que, a comienzos de los años 80’s, la computación estaba más enfocada en las mini-computadoras y su ámbito de acción era la industria, la banca, el comercio y los servicios públicos, muy poco se hablaba o consideraba a las micro- computadoras y computadoras caseras.

En 1980 se establecieron los primeros distribuidores de computadoras empresariales. Alectronic Computer distribuía los equipos Cado Systems y Radio Shack, siendo una de las primeras en ofrecer equipos relativamente económicos como las TRS-80 I y II. En ese mismo año se establece la primera representación de Apple, que empieza a comercializar las Apple IIe, lamentablemente a precios muy elevados, lo que las limita al ámbito empresarial.

En marzo de 1982 la corporación de ferias CORFERIAS, en Bogotá, realiza la 1er Feria de la Computación, Informática y Afines, que al año siguiente se empezaría a llamar Compu-Expo 83, y así sucesivamente, en principio muy orientada al ámbito empresarial, bancario y de servicios, constituyéndose en la primera vitrina pública al mundo de la computación.

Alrededor de 1983 se empiezan a distribuir equipos NEC por parte de la empresa Carvajal S.A. pero orientados totalmente al comercio y la banca. Por esa época aparecen los primeros distribuidores de las marcas Commodore (Panda Byte), que acababa de lanzar su exitosa Commodore 64, y Texas Intruments (Texins de Colombia) con su TI-99/4. Aunque la mayoría de los equipos eran traídos por sus dueños desde los Estados Unidos, dada la compatibilidad NTSC, esto definió las marcas que fueron populares en Colombia, quedando relegado el mercado de marcas provenientes de Europa por ser esta, en su mayoría, territorio PAL, a algunos modelos que se vendían también en versión NTSC, como las Sinclair, provenientes de Inglaterra, Portugal y España.

Una buena parte de equipos del tipo Timex/Sinclair, Commodore, Casio y Atari se vendían en comercios informales de San Andresito, es decir, eran de contrabando, pero éstos vendían más que los de los pocos representantes de las marcas, dado que
eran más baratos, aunque carentes de garantía. Ya desde 1984 se empiezan a distribuir los equipos Atari en Colombia por parte de empresas como GRAFEX S.A. inicialmente, y luego por Nietronics que los distribuyó hasta mediados de los años 90’s.

¿Pero cómo fue que me interesé por las computadoras? Pues cuando estaba terminando mis estudios universitarios tuve la oportunidad de conocer una diminuta computadora en casa de un vecino, la Sinclair ZX81, y luego conocí una Timex Sinclair 1500 con su grabadora de cassettes en casa de otro amigo en Bogotá. Quedé impresionado de lo que se podría hacer con una computadora conectada a un TV y una grabadora común, y en ese momento decidí que debería tener una cuanto antes.

Así que lo primero fue investigar un poco sobre el mundo informático. En esa época, ya 1986, eran comunes en los quioscos de periódicos las revistas y colecciones sobre computadoras, por lo que empecé a coleccionar la Enciclopedia Software, versión colombiana de la obra original proveniente de España. Cada semana esperaba con ansias la llegada de un nuevo fascículo que devoraba hasta que completé la colección de 52 fascículos encuadernados en cuatro tomos y que aún conservo. Esta enciclopedia tenía cuatro secciones, BASIC, Lenguajes, Sistemas Operativos y Aplicaciones, pero incluía numerosas referencias y fotos a los principales ordenadores domésticos (como los llaman en España). Por supuesto, la mayoría eran productos europeos poco conocidos en Colombia. De esas páginas salió mi primer amor, que destacaba sobre los demás, una Sinclair ZX Spectrum+, por lo que aproveché que un amigo viajaba a Europa para encargárselo. Lamentablemente no pudo traérmelo, pero fue lo mejor porque si lo traía seguramente sería PAL con fuente de 220v, lo cual habría sido un problema en Colombia.

Un poco decepcionado empiezo a ver otras posibilidades, y justo en este año la firma J. Glottmann S.A., la empresa minorista de electrodomésticos más grande del país y con presencia en todo el territorio nacional, que ya tenía una división de mini- computadoras para las empresas, crea INFESA (Informática Educativa S.A.) para distribuir los equipos Atari, con una orientación especial hacia los hogares y la educación, apoyados en un gran catálogo de software educativo en español procedente de Chile (COELSA) y México.

El establecimiento de INFESA tiene un lugar especial en la historia de las computadoras en Colombia porque masificó la computación, ya que puso los equipos al alcance de la gente como un electrodoméstico más del hogar. Tal vez por eso se vendía al lado de los televisores, los equipos de sonido, las neveras y las lavadoras. Además, en esta época se empezó a enseñar computación en los colegios y esas primeras aulas informáticas fueron equipadas por INFESA, algo que también determinó que Atari se convirtiera en la marca líder del mercado colombiano.

Terminé teniendo mi computadora antes de graduarme. La decisión estaba tomada y la elección hecha, mi primera computadora sería una Atari, pero curiosamente no la compraría en J. Glottmann sino que la adquirí a un comerciante de San Andresito que las traía de contrabando desde Colón, en Panamá, a unos precios mucho más favorables. En agosto compré mi flamante Atari 800XL, que llevé a casa para conectarlo de inmediato al TV, un Shimasu a color de 14” conectado por RF, al canal 3. El problema ahora era competir con la familia por el uso del TV, y como era el único, solo podía usarlo cuando nadie más estaba viendo novelas, programas o noticias.

Al principio, la rutina era practicar BASIC con el curso de la enciclopedia que coleccionaba, digitar listados, ejecutarlos, maravillarme y después perder todo por no tener donde guardarlos. Por eso muy pronto, cada vez que podía ir a la capital, Bogotá, empecé a adquirir la grabadora, cartuchos, cassettes y con el tiempo una unidad de disco y una impresora. Durante exactos cinco años trabajé con diferentes configuraciones de esta marca hasta julio de 1991. Cuando ya tenía toda la línea Atari 130XE, debía saltar a los 16 bits. La disyuntiva fue seguir con Atari ST, pasarme a la Commodore Amiga o a las PC compatibles, optando por esta última opción que era la tendencia general. Como verán en las fotos, lo mío no fueron los juegos sino las aplicaciones, empezando con la programación en BASIC, el procesamiento de textos con Atari Writer, la hoja de cálculo con Syncalc, la edición gráfica con Print Shop, los BBS con XE-Term y las bases de datos con Synfile, entre otros muchos programas con los que trabajé. Un campo que no exploré pero que siempre me llamó la atención fue el de la música.

Empecé a usar mi computadora como un complemento de mi trabajo, y hasta desarrollé un programa para el balanceo de dietas alimenticias para animales, adapté un programa de contabilidad doméstica aparecido en la revista Software al BASIC de Atari, y durante mi trabajo como administrador de una hacienda ganadera usé mi Atari para el manejo de los registros del ganado, inicialmente con el programa en cartucho Multificha y después con SynFile. También lo usé para la redacción de informes relacionados con la asistencia técnica pecuaria que prestaba.

Aproveché también para piratear juegos en cassette y disco. Tuve un negocio casero, que llamé COMPUATARI, que vendía a los usuarios de la marca en mi ciudad copias de todos los programas y juegos que conseguía en mis viajes a las bodegas de San Andresito en Bogotá.

A finales de los años 80’s adquirí el modem Atari XM301, compatible con la norma CCITT V.21 y Bell 103, a velocidad de 300 bps. De esta forma me inicié en el apasionante mundo de la telemática. Al principio con un servicio BBS llamado ALDATO, en Bogotá, al que me conectaba vía llamada telefónica de Larga Distancia Nacional, lo cual era muy costoso, por lo que solicité a la empresa nacional de telecomunicaciones TELECOM la afiliación a la Red Pública Nacional de Transmisión de Datos, COLDAPAQ, siendo uno de sus primeros usuarios en mi ciudad. Ahora podía entrar a ALDATO, CompuServe y BBS de Atari en Estados Unidos a una tarifa muy económica.

En estos años, el ranking de marcas más populares en Colombia era liderado ampliamente por Atari, con su línea XE, seguido de Tandy/Radio Shack con sus CoCo 2 y 3, Commodore con su venerable C64, y Apple con sus IIe y IIc, más presente en el ámbito comercial. En quinto lugar estaría Timex con sus versiones americanas de la línea Sinclair, principalmente las TS1500 y TS2068. En sexto lugar estaría Texas Instruments con sus TI-99/4A, y finalmente en cantidades más discretas las máquinas MSX, principalmente Sony.

Llegan los años 90’s y el auge de las computadoras domésticas de 8 bits decae para dar paso a los flamantes equipos de 16 bits. Se establecen distribuidores de Atari ST como Nietronics, presente en Bogotá, Medellín y Cali, de las Commodore Amiga distribuidas por Micro-Clones en las principales ciudades del país, las tiendas Apple ofrecen las primeras MAC y se inunda el mercado de clones PC-Compatibles, estableciéndose centros comerciales exclusivos para la venta de computadoras como Unilago en Bogotá o el Centro Comercial la Quinta en Ibagué. La empresa J. Glottmann S.A., dueña de INFESA, entra en concordato y desaparece junto con su marca de electrodomésticos ICASA. Como causa de la crisis citan la deuda externa, la devaluación del peso y pérdidas en la venta de computadoras ante el auge del contrabando.

Finalmente, al hacer un balance, reconozco que las computadoras marcaron mi vida durante la adolescencia y juventud, me abrieron las puertas a lo que sería el futuro informático y esa increíble red de redes que es Internet, permitiéndome ahora como adulto y ya casi entrando a la tercera edad apasionarme aún más por estas míticas máquinas, las que tuvimos y las que deseamos. Con el tiempo, desde hace unos diez años, empecé a recuperar mis equipos de antaño en sus configuraciones originales, y también a coleccionar y adquirir esos equipos que siempre quise y no tuve. Me apasioné por el coleccionismo retro de computadoras domésticas de los 80’s y 90’s, convirtiéndose en uno de mis hobbys. Pero, como todo, si no se comparte no se disfruta, dado que no son muchos los apasionados en mi ciudad. Descubrí que sí los son en el mundo, y las redes sociales me daban la posibilidad de compartir mi hobby y enriquecer mis conocimientos.

Por eso, con un amigo creamos el grupo en Facebook Atari Live y después creé mi canal en YouTube Retro Cómputo, desde donde he hecho amigos y he podido compartir con todos, como lo hago ahora gracias al amigo Diego que pone a nuestra disposición esta excelente tribuna que es Home Computer, mi pasión por los equipos retro.

Autor:
José Antonio Vaca Bello
octubre 2022